lunes, 18 de febrero de 2013

OMNISCIENTE PERO MENOS

Cuando despertó todo el mundo se había ido a dormir. Esto le pareció notablemente extraño, de modo que esperó pacientemente, durante horas y horas, hasta que el sueño sobrevino otra vez. En sus sueños todo el mundo estaba despierto y activo, la vida se derramaba frenética por doquier; la sonrisa daba paso al llanto, este al grito, y aquel a su vez al mohín, el otro a la queja, esta al estremecimiento, toda la cadena trófica de las emociones agolpándose en un lugar que no dormía jamás. La cosa es que tanta actividad resultó tan placentera como extenuante. Nuevamente se dejó llevar por el sueño. De qué paso después cuando despertara en el sueño de un sueño, nada sé. Para mí que desapareció en una sima literaria, sea como fuere mi omnisciencia no da para más.