martes, 6 de noviembre de 2012

El vuelo del Architeuthis


—Architeuthis Magna V, flota interestelar Novæuropa, solicitando permiso para aterrizar —comentó Edwin Zabala mecánicamente jugueteando con la consola olográfica—.

—Aquí Península Canaria. Permiso concedido: pista Bravo-Siete. Bienvenido a casa capitán.

Zabala suspiró reclinándose hacia atrás, meditativo, volvió a pensar en Karla, en ese “estoy embarazada” que le alcanzaba apenas concluida la primera jornada de viaje durante el repostaje en Orion. Semanas previas a partir su relación se desintegraba y se ofrecía voluntario para la misión del milenio. Mi vida alcanzando la velocidad de la luz— se dijo.

Tras diecisiete jornadas de crucero hiperespacial alcanzaba el sistema de los tres soles y Gaia, planeta habitable, calco de nuestra tierra, pero inopinadamente yermo, vacío de toda existencia, mera colección de lienzos cuajados de océanos estériles y bosques pétreos, animados por sombras flamígeras proyectadas por la magnificente tríada de esferas que coronaban sus días.

Tras el comité de bienvenida, camino a su terminal, le detuvo una aseveración — ¡una experiencia que vale por toda una vida! —. Al girarse, en aquel encorvado anciano quiso ver a su difunto padre… y el vacío que encontrara en Gaia se expandio en su pecho… — Quizás La mía, la tuya, nunca hijo mío —musitó.

1 comentario:

  1. Uff! Uff!
    Cada vez mejor. De veras, intenta seguir con este para la edició del libro.
    Ànimo.

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