lunes, 22 de octubre de 2012

Condóneme esa fianza


Estaba resultando un día de playa estupendo, lejos del despacho, los legajos y litigios interminables. Ramiro esturreaba bronceador sobre la sólida espalda de Rebeca, mientras esta le hacía un somero resumen de las cualidades organolépticas del mejillón de roca, según rezaba el semanal que hojeaba distraída.

No había sido mala la idea de su socio Gaspar de pasar el día en familia, no. Umm, parece incluso que los niños se llevan bien, apenas sí molestan. Míralos, ahí, jugando a polis y ladrones… ¿y abogados?

-Señoría, solicito una fianza de quinientos euros para el reo –vociferó su hija Elena señalando a Gaspar junior-.

-Protesto –argumentó su hijo mayor Abel-. Mi defendido es inocente por lo que solicito su puesta en libertad y la subrogación total de dicha fianza.

¡Qué ejemplo estaban dando a sus hijos! -se lamentó Ramiro-. ¿Estáis tontos? ¡Qué subrogación ni que leches! CON-DO-NA-CION.

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